“Bono Opus Dei” es el nombre con
el que los usuarios de las redes sociales bautizaron el último gran anuncio del
Presidente de Chile, Sebastián Piñera.
Hoy fue la cuenta pública anual
del Gobierno en la cual se anunció una polémica gratificación económica a todas
las familias que esperan la llegada de su tercer hijo. La suma de $100.000 y de
$200.000 -al nacimiento del quinto hijo- sería un incentivo para que los
chilenos hagan crecer sus familias, ya que luego del último Censo 2012 quedó a
la vista una brusca baja en la tasa de natalidad con un promedio de 1,45 niños
por cada mujer.
Pero de qué sirven estos bonos si
vivimos en un país donde la desigualdad es evidente y donde la calidad de la
educación está puesta en jaque o en duda. A una familia que “sobrevive” con el
sueldo mínimo no le beneficia realmente esta cifra. Mantener tres hijos cuesta
mucho más de 100 o 200 mil pesos.
¿Es realmente bueno este
incentivo? ¿Será correcto que se plantee como una felicitación por aumentar el
número de chilenos? Después de ir a hacer compras para la familia como pañales
y comida, el bono se acabará y ¿cómo se verá el futuro de aquellos a los que
las oportunidades, la calidad de la educación y la deplorable vivienda social
aqueja a diario?
Este bono es nuevamente una burla
del Gobierno para los ciudadanos. Es por eso que el nombre “Bono Opus Dei” es
perfecto para graficar lo que significa para las familias de escasos
recursos. Quizás quienes pertenecen a
las grandes esferas pueden decidirse a tener un clan numerario con siete o diez
hijos, pero la realidad de la mayoría de los chilenos es muy distinta.
No será mejor señor Presidente
que se enfoque en mejoras de fondo como educación, salud e igualdad; las mismas
que se están pidiendo hace décadas en las calles de nuestro país. Cómo va a ser
factible y positivo incentivar a familias, sin los recursos suficientes, a
tener más hijos si el sistema no les garantiza los servicios básicos.
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